miércoles, 13 de agosto de 1997

14

Incluso hasta el día de hoy, el asunto seguía dándome vueltas en la cabeza, quitándome el sueño. En noches de duermevela eterna, sentía que el teléfono volvía a sonar. Que Matías seguía buscando a su mamá. Incluso, hoy por la madrugada hubiera jurado que lo escuché golpeando la puerta de mi departamento y llamando a su madre. Fue tan real el sonido de su voz, que me levanté exaltado hacia la puerta. De no ser porque la chica que estaba recostada a mi lado ni se inmutó, hubiera jurado que de verdad ese chico… esa alma… ese ente… estaba merodeando mi casa.
Consulté al encargado, a los vecinos… y todos coincidieron en lo mismo: nunca vivió un chico llamado Matías en esta casa. Incluso, nunca vivieron chicos en esta casa.
Me quedé hasta hace un rato en la cama, recorriendo con mi mirada la espalda repleta de pecas y lunares. Todos ellos formaban un rasgo característicos de una mujer atípicamente hermosa. La historia sobre su inesperada llegada a mi cama, comenzó horas después del cigarrillo que me llevó de regreso al vicio. Es una historia hermosamente insólita, que ya les contaré más adelante. Si es que todo sigue como debería.

Laboralmente, las cosas mejoraron notablemente. Los U$S 18.000 del BMW se venían acercando al galope. “Vamos, Morel… que se viene el verano y hay que pagar las vacaciones”.

Nadie por el barrio me dio indicios de que haya habido un robo. Estratégicamente, le consulté a un par de vecinos de la hermana del comisario sobre el robo de ese auto, y les entregué mi tarjeta con un número de celular que suelo utilizar para la ocasión. No me interesaba tanto lo que iban a decirme. En realidad, sólo necesitaba que se corriera la bola de que estaba preguntando por ese auto. Si la policía había tomado una denuncia falsa, ya tendría novedades.
Esa misma tarde, cuando me llegó una llamada desconocida a ese celular, confirmé que ese auto no había sido robado:
-Escuchame, Morel… ¿así que estás buscando un BM? No te hagás el pelotudo y dejá de revolver mierda, porque por dos mangos vas a terminar en el baúl de un Fitito con el culo roto y cuatro balas en la cabeza”.
Muy tranquilo el tipo. Con ese tono de buena gente, como si de corazón me estuviera diciendo : “dale… no me hagas hacer algo que no quiero”.
En la compañía de seguros me informaron que el tipo tiene 36 años, es soltero, vive en Zona Norte. Tengo la dirección, así que ahora mismo voy a terminar la semana por allá. Dejo a mi chica durmiendo. Ella sabe cómo irse. Y no necesita llave. Ya van a entender después, cuando les explique.
Feliz fin de semana largo. Yo me quedo pensando en Matías y en mi Z4.