lunes, 2 de agosto de 1999

12

Dos días después me llamó el encargado del edificio de Quilmes. Ya se había llevado 100 mangos de arriba, y ahora iba por una comisión de venta. Rápido para los negocios.
-Mire, don Morel, acá a la vuelta hay una casita que está en sucesión… parece que los herederos quieren vender.
-Ahhh… vea Rafael, le agradezco… pero… ¿tiene garage la casita?... ah, ¿no?... porque mire… me dijeron que ahí la zona es medio complicada, vió. Y yo…
- No se preocupe, Morel… acá no pasa nada, es una zona tranquila.
- Claro… pero, ¿sabe qué pasa? No me gusta parecer fanfarrón, pero mi auto es medio llamativo… es importado, un BMW y… no sé... ¿no hay robos por…
-Nahh… mire… acá enfrente vive la hermana del comisario del barrio… la policía patrulla esta manzana… ni se haga problema por eso, que…
Bla bla bla. Rafael ya me había dicho todo. O, más bien, no me había dicho nada.
Un portero no puede no saber que robaron un auto frente a su casa. Sería la deshonra del sindicato. Y no podría mentirme sobre eso.
Pero además, agregó dos datos fulminantes: la policía patrulla la zona, porque la hermana del comisario es vecina del dueño del Z4.
La hermana del comisario. El comisario del barrio. O sea, que la hermana del comisario de la seccional donde se tuvo que radicar la denuncia del robo del auto, es vecina. Seguramente amiga.
Ya en ese momento, tuve la certeza de que ese auto no lo robaron. Probablemente el dueño lo hizo desaparecer en otra zona y consiguió radicar la denuncia en Quilmes por la amistad con el comisario –que seguramente va a cobrar una buena parte del seguro.
De ahí, que la búsqueda del vehículo se realizó por zona sur… Y capaz el auto ahora está guardado en algún galpón, hasta el pago del seguro.
Pero… pruebas no hay ninguna.
Nada de nada.

Mientras tanto, en mi casa de Boedo, la historia con Matías va de mal en peor. El llamado del otro día me dejó mal. Y peor que me hayan llamado dos veces más y me hayan cortado al atender.
¿Casualidad? NO
Ayer a las 3 de la mañana sonó el teléfono. Atendí, sobresaltado, asustado... dormido

-hola… ?
Silencio. No me contestaron. Pero había alguien del otro lado. Se sentía. No se escuchaba nada, pero se sentía una presencia.
-Hola… ¿quién habla? -repetí, de bastante mal humor.
Y la misma voz de nene asustado y tembloroso que dejó el mensaje:
-Hola… soy Matías… ¿está mi mamá?