sábado, 28 de julio de 2001

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Ayer me llamaron de una compañía de seguros, y tempranito tuve una reunión. Como quería estar más o menos fresco -y no tenía ganas de que M-A-T-I-A-S me despierte de madrugada, fui a pasar la noche a un hotel del centro. Elegí uno cerquita del lugar al que tenía que ir, como para dormir un rato más.
Me dan un sobre sin membrete, me comentan el caso, me dan un par de datos, hago algunas preguntas y me voy. No es más que eso. Yo sé lo que tengo que hacer. O al menos, ellos creen eso.
El caso es así:
Al cliente le robaron un auto caro. Muy caro. Muy caro es más de 60.000 dólares. Sí, dólares. Un BMW Z4. Gugléenlo y van a ver de qué auto les hablo. Y van a entender por qué sale lo que sale.
Aparentemente, este sujeto dejó esa nave estacionada en la puerta de la casa de los padres -en Quilmes- y cuando salió ya no estaba. Así de fácil.
Nadie le cree.
¿Por qué no le creen?
Por varias cosas.
En principio nadie se roba un auto así. Y -sin querer menospreciar- mucho menos en Quilmes. ¿A dónde vas con ese auto? ¿No te parece demasiado fácil de ubicar? ´¿Qué desarmadero te lo agarra? ¿Cuántos tipos comprarían repuestos de un auto así? Hay muy pocos Z4 en la ciudad, como para que sea negocio.
Además, no hay muchos cacos que se animen a robar un Z4. Inspira respeto... puede ser de alguien muy importante. Podés terminar mal.
No no... no cierra.
Para colmo, por un cruce de datos se supo que a este tipo le habían robado un VW Golf en el mismo lugar, hace 3 años.

Hay muchas sospechas, pero la compañía no pudo comprobar nada. Y en 15 días se vence el plazo para pagarle el seguro.
Mañana ya tengo algunos lugares para empezar a buscar mis 18 mil dólares de premio.