jueves, 2 de septiembre de 1993

18


Un día después de haber llamado a la aseguradora para comunicarles dónde estaba el auto –y cinco días antes de cobrar mi cheque- recibí el llamado de Horacio Requeijo, director de siniestros de la compañía e íntimo amigo de mi difunto padre.
Horacio fue quien me contrató por primera vez.
Hacía tiempo que no trataba con él, pero escuchar su voz siempre me dibuja una sonrisa. Es un tipo con un particular manejo de la ironía. Siempre con una acidez disfrazada de simpatía. Y tiene una particularidad: cuanto más enojado está, más gracioso es.
En resumidas cuentas, la charla fue más o menos así:

-Escuchame, Morel… ¿así que vos encontraste ese “beeme” Z4 ese que estaba desaparecido?
-exacto…
-Ajá… pero mirá qué bien. Y decime una cosa… ¿vos lo viste al auto?
-No. No lo vi. Pero sé que está ahí.
-Claaaro… el señor sabe que está ahí. Seguro que se lo dijo un pajarito. Y nosotros, que trabajamos en una compañía de seguros porque somos unos flor de pelotudos… tenemos que confiar en eso.

Hubiera sido interesante decirle que no me lo había dicho un pajarito, sino un chico fantasma. Pero me dio la impresión de que la situación no estaba planteada para esa clase de verdades, por lo que preferí contraatacar.

-A ver… hasta donde yo sé, ustedes nunca cuestionaron mis datos. Siempre confiaron en mí, y hasta ahora nun...

-…Pará pará, Kojak –me frenó, con un tono que nunca le había escuchado- todavía no hicimos la denuncia, porque la casa donde vos decís que está el auto es de un Subcomisario de Quilmes. Así que mejor que me digas por qué creés que el auto está ahí… y quiero algo que sea creíble.

Hice un silencio demasiado largo. No tenía que pensar una respuesta, sino manejar los tiempos para crear un poco más de expectativas. No me pregunten por qué, pero estaba seguro que el auto estaba ahí.

-No te voy a decir cómo lo sé. Nunca te dije cómo sé las cosas, y no voy a empezar ahora. Pero te aviso:  si no presionás a un juez para que allanen esa casa, me debés dieciocho lucas verdes.

Cortó.
Y nunca me llamó para decirme que tenía razón.

Un día después me llamó su secretaria para informarme que el auto estaba ahí.

No hizo falta pedir un allanamiento. Requeijo habló con un  juez amigo que manejó todo por izquierda. No quería kilombos con la policía. Nadie quiere kilombos con la policía. La policía es el verdadero poder de este país. Más que la justicia, los medios. los legisladores y el presidente. En un país de ignorantes e imbéciles, el más vivo es el que tiene una 9mm en la cintura.
Finalmente, el juez arregló la devolución del auto sin mandar en cana a nadie. La compañía no levantó cargos. Por razones obvias, ellos menos que nadie pueden estar interesados en tener a la cana en contra.
Y todo estaba solucionado. Todo muy lindo. Todo muy fácil. Demasiado fácil.
Ya con la plata en el bolsillo, podría haber dado por terminado el asunto e irme de viaje. Como si no pasara nada. Como si yo hubiera descubierto todo sin ayuda y pudiera sentarme frente al mar con un habano en la boca.
Quise creerme que fue así.
Por eso traté de olvidar a Matías. No atendí más el teléfono. 
Ayer, salí de casa y  volví a la noche con un Catena Zapata 2002 bajo el brazo. 
Tres horas después me encontraba sentado en el living, disfrutando de uno de los pedos más caros de mi vida. Tendría que haber estado relajado. Tendría que haber disfrutado de mi triunfo. De mi gran momento.
Pero no podía. Me sentía como si no hubiera pagado la tarjeta. O incluso peor: me sentía como si tuviera una deuda enorme. E íntimamente, yo sabía cómo debía pagar esa deuda. Lo comencé a sospechar cuando supe quién era Matías. Todo me cerraba. No quería saber eso, pero ahora ya era tarde: estaba en medio de una historia trágica, sin poder disfrutar de un momento que en realidad, no era mío. 
Odiaba sentirme así. Me daba impotencia, rabia, ira. Y el vino ayudó a soltar esas sensaciones que hasta ese momento habían permanecido ocultas. Podría haber sido un Vasco Viejo. Un Termidor. Solamente pasaba por mi garganta apagando la rabia.  Y eso me daba aún más furia.
Al terminar la botella, me paré para abrir otra. Un simple Carrascal. Llené la copa y la terminé de tres tragos.  “Llamame ahora, hijo de puta.” Pensé en voz alta. Llamame.
Y grité más fuerte: “Llamame ahora pendejo de mierda, que no te tengo miedo”. En eso, escuché un ruido fuerte. Un golpe, que vino de la cocina.  No me importaba nada: fui corriendo hasta allá, esperando encontrarme a alguien. Pero no había nadie. Eso era lo tenebroso: que no había nadie, pero aún así, los vasos empezaron a temblar.  Las puertas de las alacenas comenzaron a abrirse y cerrarse de un golpe, rebotando y volviendo a abrirse. La puerta de la heladera, incluso, se abrió y se cerró con tanta fuerza, que escuché algunas botellas cayendo en su interior.
El TV se encendió. El volumen subía solo. Todo era una locura.
En el momento en que sonó el teléfono, todo el resto de los ruidos cesaron. El “ring” retumbó solitario, pausado, rítmico.
Atendí y descargué mi rabia por todo lo que estaba viendo. Apenas escuché el suave “hola” de Matías, perdí el control definitivamente:

-¡¡Qué querés, pendejo de mierda!! Qué querés de mi vida… dale, hablame hijo de puta. ¡QUÉ CARAJO QUERÉS QUE HAGA!

Y era raro. Porque yo sabía qué era lo que quería. Ya sospechaba lo que pasaba. No quería saberlo, pero sospechaba. Sólo necesitaba que él me lo dijera.
Lo sentí sollozar suavemente. Parecía aterrado. Parecía tener miedo.

-Señor… ¿mi mamá está ahí? Por favor,  dígale que  sin querer crucé la calle y ese auto me pisó.

Tiré el tubo, me senté y me largué a llorar.
Otra vez tuve razón Eso era lo que necesitaba escuchar. 

26 comentarios:

NINA dijo...

ay! pobechito...

Bueno, mire: resuelva ese misterio y váyase de viaje al Caribe.
Si piensa que es mejor quedarse a seguir resolviendo misterios, yo sabré darle un buen uso a los 18000...

Cariños, don Pep

Unknown dijo...

escalofríos...

Anónimo dijo...

¡¡Me quiero matar!! Sin querer, bajando para leer primero los comentarios del anterior, justo justo cazé lo que dijo Matías y le cagué la emoción al post :(

Wonder dijo...

Sabés algo?
Con cada capítulo te superás.
Me encanta.
Este no sólo metió miedo sobrenatural, sino que me dio cosita la parte humana que también mostrás.
Clap clap!!
Soy adicta a tu historia, Pep.

NINA dijo...

Che! Wonder!
Y por casa...? Cómo andamos?
A ver si te posteas algo, nena que te extraño...

NINA dijo...

yo también soy adicta.

Morel dijo...

NINA:
Ya tengo los dólares. Ahora voy por otro premio. Uno más personal
Saludos.

Eu:
imagínese...

Despe:
Uhhh... pero qué pena!! eso le pasa por no seguir la historia, ve? La próxima, le digo a Mati que la llame y le cuente la verdad antes que a mí.

Wonder:
Muchas gracias. Un honor semejante elogio de una persona tan talentosa como usted.
Espero ser más adictivo para usted, entonces.
Bah... capaz yo ya no... pero al menos la historia.
Saludos.

Nina:
Oiga... no es que me moleste, pero... ¿por qué no le invita un café y se lo dice en la cara?

Viejex dijo...

A esperar el próximo capítulo. Ahh! cuanto más fácil fue leer lo anteriores, sabiendo que el próximo lo tenía ahi nomás! Esto de tener que esperar para el próximo artículo es nuevo para mi.

Anavril dijo...

Piel de faisán.
Bbrrrr

licha dijo...

como t explico q tembló d verdad en el momento q leía q temblaba...
asiq no entendí nada... es mas todavía estoy tiritando y nunca le tuve miedo a los temblores (salvo los largos)
tengo q leer los post anteriores para agarrarle la onda...
saludos!

Elio Puntieri dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Morel dijo...

Viejex:
claro... son las ventajas de ser un lector nuevo.
Espero continuar pronto.
Saludos

Anavril:
¿cómo es la piel de faisán?
nunca comí... pero me imagino

Licha:
ahh... no entendí nada de lo que dijo. Y yo sí leí desde el comienzo.
Mire... si quiere lea todo desde el comienzo, porque sino no va a entender nada, vea.
Saludos!!

Nati Alabel dijo...

Je. Yo sabía que ud no podía irse así como así. Ya está agregado al reader, en el finde me pongo al día con todos los posteos.

Marina Agra dijo...

Che, oiga, Pep. Esto está realmente muy bien, eh. Me puso la piel de gallina toda la última parte (y no es verso, eh). Buena la tensión, bien bien bien, eh! O clap, clap clap, como sea!

Anónimo dijo...

Pero sí la seguí! Solo q fui primero a chequear los comentarios del post anterior y mis ojos me jugaron una mala pasada!!

Morel dijo...

Natalia:
como diría don Julio, nos estábamos encontrando y no nos podíamos buscar.
Saludos.

Marina:
Muchas gracias, Muchas.
Saludos.

Despe:
ahhh... oka. Bueno... espero que no haya sido para tanto.
ya seguirá. Saludos.

Carolina_USMLE dijo...

Interesante.....aunque no creo en fantasmas ni nada...soy una natural born chicken...asi q para q le digo q no si si...me cague un poquito...

Mona Loca dijo...

Y ahora????
Me pasó como a Viejex, me leí los 18 de un tirón...


:(

Cybeles dijo...

Muy bueno! Estuve fuera, así que recién hoy me encuentro con esta parte de la historia.
Y si...en verdad uno siempre sabe, el problema es que nos hacemos los que no.
Irá por la mamá de Matías?...
Como siempre seguiré aquí esperando el próximo post...
Besos!

Estrella dijo...

Muy bueno!
Qué manera de contar!
Ahora yo también me muero de intriga, ¿cada cuánto postea? ¿hay que esperar mucho?

Guardo en favoritos, para leer todo (solo leí los tres últimos).

Morel dijo...

MCMP:
je. Creer o no creer es relativo, ¿no? el tema es asustarse o no.
Saludos.

Mona:
Je... ahora a esperar hasta el jueves... que viene el 19
Gracias.

Cybeles:
muchas gracias. Me alegro que siga enganchada. Sigue el jueves. gracias.

Estrella:
Muchas gracias!
El siguiente capítulo va a estar este jueves.
Tiene tiempo para ponerse al día. Si quiere, bah.
Muchas gracias.

licha dijo...

lo q dije es q en el preciso momento q leia el post, en la parte q temblaba, en San juan donde vivo yo, tembló de verdad, y me "re asuste"..

ok
leeré desde el principio...

Mariscal dijo...

Genial Pep.

Espero por más!!!!

Anónimo dijo...

jj

miralunas dijo...

Morel, usté es un maestro.
estoy siendo constante y ordenada, vea.

y groupie de Pep.

miralunas dijo...

la emoción me embargó la salida para el DIECINUEVE, qué cosa.